“Te fuiste / y solo me dejaaaste / amooor y deudaaas, / aaaaah, aaaaah…”. Así, como cuando a uno se le pega una canción y durante días enteros no puede dejar de tararearla… Creo que así nos está pasando a todos los que estuvimos metidos de cabeza en el pasado Festival Nacional Entre Culturas, en mi muy querido Bolívar, Antioquia.
El programa, entre muchas variedades, incluyó una charla sobre el tango, un género musical que muchos hemos visto pasar por la acera del frente sin pararle muchas bolas, pero el encargado de dictarla, vestido de paisano y de la manera más didáctica, sencilla y entretenida, no solo nos presentó varios de tacón alto, sino que nos ilustró sobre otros y nos dejó con ganas de oír más.
En confianza le decimos Luis Alonso, el de don Carlos Rico y doña Sofía Puerta, pero de lunes a viernes viste de toga como magistrado de la Corte Suprema de Justicia. No, no… ¡Momento, momento!, no todos son iguales, por fortuna, y nosotros nos preciamos de tener uno sin tacha ni mácula y considerado, durante muchos años consecutivos, como el mejor profesor de la Universidad de Medellín. Ahí perdonan la parva pero es de la calle cuarta.
Con Luis Alonso, el de la casa, coincido en que es grato volver, volver siempre, y sentir que hay un lugar donde uno es más feliz en este mundo: El pueblo donde nos fue dado el milagro de la vida en el seno de una familia amorosa; la escuela donde aprendimos el abecedario; las calles donde descubrimos que los amigos son el regalo inmaterial más preciado de la humanidad; las cantinas donde oímos las primeras canciones que hicieron clic en nuestro corazón; los paisajes que se quedaron grabados como una foto en nuestra memoria; la iglesia donde despedimos nuestros muertos más queridos; las mesitas de la plaza donde nos comimos las mejores empanadas y disfrutamos la conversación más saboreada, más exagerada y más amena del mundo entero. Doy fe y pongo a Cristo Rey como testigo.
Entre Puerto Candelaria, “la propuesta musical más atrevida, controversial e innovadora de los últimos tiempos en el país”; Gordos Project, un grupo que “se sirve de aires tropicales colombianos para interpretarlos en un formato distinto”, según ellos mismos; el Ballet Folklórico de Antioquia, el grupo de rock en español 1, 2, 3 por mí; grupos de canción social, balada, vallenatos, rumba y bailarines llegados de diversas regiones, entre conciertos nocturnos, festival de danzas, feria artesanal y turística, exposición de artistas plásticos del municipio y desfile callejero de teatro, nos hicieron el fin de semana ¡y de qué manera!
El arraigo nos hace ver el pueblo donde nacimos como el mejor vividero, el mejor paseadero, el pequeño paraíso al que todos anhelamos volver. Aunque el mío tenga mil problemas, como todos, ha quedado en evidencia, una vez más, gracias al Festival Entre Culturas, que sí es posible nutrir el espíritu mediante eventos masivos y de calidad donde los protagonistas no son el aguardiente, la estridencia ni los excesos, en unos escenarios bellamente dispuestos para el disfrute y la alegría contagiosa de habitantes y visitantes, grandes y chicos, bajo la sombra de los samanes. ¡Volveremos! ¡Siempre volveremos!.
PUBLIBOLIVAR 
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